La estudiante lo invitó a un juego de roles donde ella sería la profesora y él el alumno obediente, dispuesto a aprender de sus enseñanzas sensuales.
La amiga siempre aparecía en el momento justo para tentarlo con su sonrisa pícara y sus caricias atrevidas.
La apretada vecina del piso de arriba siempre lo saludaba con una sonrisa coqueta, y él no podía evitar preguntarse qué estaría pensando.
las tiernitas siempre terminan folladas duro por su maestro