La hijastra sabía cómo tentarlo con sus movimientos sugerentes y miradas coquetas.
La apretada cintura de su amiga lo enloquecía, él no podía resistirse a tocarla y admirar su figura cada vez que la tenía cerca.
Con cada movimiento en el apartamento, ella intensificó el deseo y la promesa de no parar hasta que ninguno de los dos pudiera resistir más.
El pechugón vecino de al lado no podía resistirse a espiar a la apretada vecina de enfrente mientras se masturbaba, pensando en cómo sería estar dentro de ella.